La fluctuación de los satélites, o borrosidad de las imágenes originada por microvibraciones, es una fuente de desviación grave que afecta a la precisión geométrica de las imágenes de alta resolución. En los últimos años se han producido importantes avances en la observación terrestre, acompañados de un aumento espectacular de la necesidad de medir la superficie y la atmósfera de la Tierra con una precisión cada vez mayor.
La calidad de estas imágenes habría sido impensable hace tan sólo unos años. Entre los pasos críticos para lograr este progreso se encuentra la reducción de las microvibraciones a bordo de los satélites. Cada satélite requiere numerosos accionamientos, controles de posición, ruedas de reacción, actuadores y criorrefrigeradores: la lista podría continuar. Estos dispositivos constan de componentes mecánicos que provocan vibraciones cuando funcionan. Las microvibraciones consisten en aceleraciones extremadamente pequeñas de muy baja intensidad. Medirlas es una tarea difícil. Las vibraciones de alta frecuencia pueden medirse con sensores de fuerza piezoeléctricos, amplificadores de carga y acelerómetros y dinamómetros de bajo ruido.
Los recientes diseños innovadores que utilizan dinamómetros de placa superior de cerámica permiten sensibilidades más altas, rangos de frecuencia más elevados y la posibilidad de una refrigeración por agua optimizada para aplicaciones de microvibración de rueda de reacción y crio-sobrepresión.